Durante este periodo se desarrollaron dos tipos de
carteles: el heroico y el satírico. Muy a menudo los cartelistas utilizan la
confrontación directa mostrando simultáneamente la heroicidad de los soldados
rusos, la grandeza de los hechos de armas, las hazañas de la retaguardia y la
crueldad - tantas veces pretendida - del enemigo. El tema central se concentra
en la victoria del ejército soviético que arroja de Rusia a los invasores y libera
los territorios ocupados por otros países europeos.
Uno de los mejores ejemplos del llamado cartel heroico
y uno de los mejores carteles de cualquier signo es “La Madre Patria”, obra de
Toidzé (1941). Por otro lado, en el dominio del cartel satírico
obraron con éxito los Kukriniksi; un grupo de tres artistas, autores de
notables hojas, que ridiculizaban a los combatientes enemigos y a su
propaganda. Los Kukriniksi hicieron del invasor extranjero un personaje
caricaturizado.
Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, el cartel
soviético fue encaminado a contribuir a la reconstrucción del país, casi arruinado
totalmente. Aun así, los carteles proclamaban la grandeza del trabajo pacífico
y reflejaban todos los éxitos obtenidos en todos los dominios de la vida social
y cultural. Al ser el cartel la forma más accesible de propaganda, fue objeto
de una atención especial de los órganos soviéticos.
Fuente: KURZ MUÑÓZ, J. (1991). El arte en Rusia: La era soviética. Valencia: Instituto de Historia del Arte Ruso y Soviético.
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